martes, 10 de noviembre de 2009

La noche de los alcaravanes


Una noche de farras en el lugar del enigma y de las mujeres de mal vivir impediría reconocer la noticia como veraz que desplegaban los periódicos locales acerca de tres visitantes cegados por los alcaravanes que, desapareciendo de la escena creaban el ambiente propicio de la duda e incredulidad. El oír del “Wurlitzer” los despertaría del laberíntico lugar, encerrados entre paredes y reconociendo apenas por los olores y las voces al entrelazar sus treinta dedos recorrían los lugares y tropezaban con alguien al decirles a viva voz: “es que los alcaravanes nos sacaron los ojos”; repetición vana ante el peso de la no evidencia. El niño los reconocería en el instante, pero no lograba conseguir las palabras que evitaran el apedreamiento que se aproximaba … Vencidos ante aquel panorama aterrador donde no existía dirección, distancia y hora precisa, escucharían las voces humanas que precedían al quejido repetitivo de los alcaravanes entrando nuevamente al recinto del cual no saldrían nunca.

Gabriel García Márquez

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