martes, 24 de noviembre de 2009

Paul Nicklen relata como una foca lo ayudo en el mar.


El explorador y fotógrafo Paul Nicklen de Nationaln Geographic Magazine relata su increíble experiencia filmando la faunta del Áritco Polar.

Uno de los depredadores más grandes del lugar, una foca leopardo o leopardo marino se le pone en frente para abrir su boca ante su cámara dejando caer antes el pinguino que traía en sus fauces. Era un espécimen gigante.

La foca leopardo metió en su boca la cámara y parte de la cabeza de Paul. Pero luego se retiró y le trajo un pinguino vivo. Tal parece que la foca pensó que Paul era un depredador perdido en el lugar y que estaba muriendo de hambre, por lo que varias veces le quiso alimentar incluso mostrándole como se come un pinguino.

El leopardo marino quería alimentar y cuidar del fotógrafo durante los 4 días que Paul se quedó en la zona. Esta es una reacción muy inesperada de un depredador ante otro.

Testimonio:

El día que Paul Nicklen vio como una foca leopardo lo ayudaba en su supuesto extravío, ese día que el animal le trajo comida y se selló una alianza de supervivencia, el fotógrafo se enteró que hacia parte de un complot natural. Las especies se transforman a través de los individuos, de sus acciones. Esos cuatros días, que fue asistido por la foca leopardo, se enteró que la solidaridad fue otro elemento en el origen de las especies. No sé si Darwin lo pensó, pero aquí pasó. A lo mejor alguien nos alimentó mientras evolucionábamos, a lo mejor la relación angelical no es más que la asistencia animal. Luego de pensarlo un poco, de sopesar las alternativas, de pensar en los otros mamíferos, la gran foca se hizo a la caza de un jugoso pingüino, lo mascó, lo ablandó, lo ofreció. Cuántas veces nos cuidó la espalda otra especie. Cuántas asistencias técnicas nos han dado los otros. Una foca me hizo creyente, en un extravío de la vida, me alistó para creer, en qué, no sé, pero ahora creo.



viernes, 20 de noviembre de 2009

Cuento: En un segundo


En un Segundo

Autora:
July Lizeth Bolívar Rodríguez

Dicen que un suspiro es un aliento fresco y exhortante de un alma enamorada. Así lo pensaba Eugenia Tabares mientras leía un pasaje de la novela “Sólo Amor” de Erich Segal en el que Matthew Hiller despertaba en su cama sollozando con sus ojos desorbitados por la anestesia, al no encontrar junto a él a su eterno delirio Silvia María Dalessandro. Era una noche calurosa, aunque Eugenia no abría las ventanas porque tal vez el canario petirrojo de su vecina entraba de nuevo y sacudía su cuarto, además no quería alterar a su perro Goofy. Estaba cansada, su jefe, el Señor Miranda la había presionado para editar la sección de trucos de cocina para la revista en su versión semanal, aunque ella había sentido mayor satisfacción si se tratara de una columna de opinión. Pensó en adentrarse en la regadera pero ya entre cobijas meditaba acerca de su vida, así que lo postergó. Planeó mentalmente el presupuesto de ese mes para la compra de faroles, jarrones y alfombras pues estaba recién mudada y era nueva en la ciudad, y su entorno estaba un tanto vacío a pesar que su apartamento ventajosamente no era tan espacioso. Por alguna razón que no se explicita y que ni la misma Eugenia se atreve a suponer, estaba invadida por una inquietud, se sentía incómoda, no sabía si era soledad, extrañeza o simple insomnio. Se precipitó a tomar la franela de terciopelo azul que su abuela tejió para ella el día de sus quince años. Cubrió desde su cintura hasta sus pantorrillas ya que acostumbraba a no cobijar sus pies. Después se le antojó calentar un poco de leche para conquistar a Morfeo; también se dirigió hacia el baño aunque le daba igual lavar sus finos dientes blancos o no. Divisó en el reloj de pared las tres de la mañana y no lograba descansar. De repente el sol se asomó a su buhardilla y como era de esperar la noche fue demasiado breve, menos mal era domingo. Se levantó, tomó una ducha y optó por llevar el rosa natural de sus mejillas. Abrió la puerta y como todas las mañanas Doña Josefa, su vecina quien ocupaba el cuarto 203 del edificio, justo al lado derecho de su espacio, esa anciana solitaria de pronunciadas arrugas en su frente y expresión oscuramente fría con vetustos harapos, daba pistacho a sus aves, entre ellos aquel petirrojo travieso cuyo nombre aún desconocía. Doña Josefa alzó su mano y con un gesto de hipócrita cortesía saludó a Eugenia, ella esbozó una sonrisa tímida pero sincera mostrando su perfecta dentadura como las finas, lustrosas y simétricas gemas, y descendiendo las ahuecadas y chirriantes escaleras que conducían hacia la salida. Caminaba por el asfalto divagando y observando el vecindario que hasta ahora estaba conociendo. Dejo a Goofy en casa pues aun era inquieto al recorrer lugares públicos. Conducía sus pies hacia el centro, que se ubicaba a unas cuantas cuadras de su residencia. Quería desayunar pero el Restaurante Albufera que frecuentaba en sus horas de almuerzo estaba cerrado, así que se aventuró a un bocado ligero en un café ordinario porque no contaba con mucho dinero. Llegó a un llamado Bar Café Mistika de aspecto elegante al final de la cuadra, decidió entrar pues no había ningún otro lugar cercano para saciar su apetito. Sólo tomaría un tibio chocolate con hot cakes. Sonó la campanilla avisando su llegada, por lo cual una joven de aspecto armonioso la atendió, tomó su orden y le pidió esperar mientras el chef un poco retrasado arribaba pues eran las ocho y treinta de la mañana. Eugenia sin tener nada que hacer en casa, asintió con cierto grado de impaciencia aparente para denotar una imagen de mujer ocupada. Escogió una mesa en la parte izquierda, en el rincón, pues le agradaba divisar el flujo colectivo a través de los enormes ventanales de vidrio grabado con marco extranjero. Pidió la prensa y leyó un artículo breve que hacía alusión a la historia de un infante huérfano que con sus hermanos hacia malabares en las esquinas de los semáforos para obtener honradamente un sustento aceptable. Sintió una leve conmoción y tristeza, cuando su estado reflexivo fue irrumpido por la mesera al reposar sobre su mesa los hot cakes y el tibio chocolate que tanto esperaba, aunque sí cuestionó su atención pues ni se percató de la hora de llegada del chef, ni que eran las nueve y treinta de la mañana, ni que el Bar Café Mistika estaba a reventar.

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martes, 10 de noviembre de 2009

La noche de los alcaravanes


Una noche de farras en el lugar del enigma y de las mujeres de mal vivir impediría reconocer la noticia como veraz que desplegaban los periódicos locales acerca de tres visitantes cegados por los alcaravanes que, desapareciendo de la escena creaban el ambiente propicio de la duda e incredulidad. El oír del “Wurlitzer” los despertaría del laberíntico lugar, encerrados entre paredes y reconociendo apenas por los olores y las voces al entrelazar sus treinta dedos recorrían los lugares y tropezaban con alguien al decirles a viva voz: “es que los alcaravanes nos sacaron los ojos”; repetición vana ante el peso de la no evidencia. El niño los reconocería en el instante, pero no lograba conseguir las palabras que evitaran el apedreamiento que se aproximaba … Vencidos ante aquel panorama aterrador donde no existía dirección, distancia y hora precisa, escucharían las voces humanas que precedían al quejido repetitivo de los alcaravanes entrando nuevamente al recinto del cual no saldrían nunca.

Gabriel García Márquez

viernes, 6 de noviembre de 2009

Humor Friki


Muy pocos lo entiende porque esta enviado con una especie de clave. El humor Friki o Geek, se preocupa por burlar de una forma poco entendible, es enviado a un tipo de gente en especial, muchas son las frases empleadas para hacer este tipo de burla, la jerga es poco entendible para personas común y corriente.

La mayoría de los Geek's son especialistas en computadoras, amantes de los cómics y aficionados a Star Wars, también se caracterizan por su empatía, junto con la capacidad de encontrar diversión en ciertos eventos de sufrimiento humano tales como guerras, actos aleatorios de violencia o accidentes, aunque estas actividades son más atractivas para las masas y no para estos que son más cautelosos.

Así, el humor generado desde un circulo Friki resulta tan oscuro como los mismos Frikis. De hecho, la misma necesidad de aislar e identificar el humor Friki como una rama separada del léxico cómico se debe en gran parte al acto de que un buen número de personas simplemente no lo entienden. Así mismo la mayoría de los Frikis no comprenden el humor de otros círculos Frikis, a menos que migre de círculo o tengan la misma área de interés.

Chistes Frikis:

Está es un ladrón encapuchado que va a robarle a un transehunte y le dice:

-Dame todo lo que lleves encima!!!

-Mira es que no tengo nada, ni un billete, soy ingeniero de telecomunicaciones.

Entonces el ladrón se quita la capucha y le dice:

-Ah, si? De que año?


En una fiesta de funciones, está e^x en un rincon apartado, a esto se le acerca cos(x) y le dice:

-Illo!!! Integrate!!!

Y le contesta:

- ¿Para qué? Si me va a dar igual!!!

Lo valió

En mi defensa diré que costo $ 45.000. La portada mostraba una chica de vestido rojo, cabello liso de color negro, demacrada, muy delgada y de piel extremadamente blanca. Me llamó la atención. Empecé leyendo el prologo y ahí fue cuando salió a relucir mi morbo, imaginarme a una chica atada de manos y pies en una cama, con un hombre cuya identidad no conocía que la miraba de una manera muy deseosa. Pero lo que aun más me atrajo, fueron los pensamientos de este personaje tan peculiar:

Había descubierto que la mejor manera de mantener alejada esa angustia era imaginándose algo que le transmitiera una sensación de fuerza. Cerró los ojos y evoco el olor a gasolina.

“Él se encontraba sentado en un coche con el cristal de la ventanilla bajado. Ella se acercó corriendo, echó la gasolina a través del hueco de la ventanilla y encendió una cerilla. Fue cuestión de segundos. Las llamas prendieron en el acto. Él se retorcía de dolor mientras ella oía sus gritos de horror y sufrimiento. Percibió el olor de la carne quemada y otro más intenso, a plástico y espuma, producido por los asientos, que se estaban carbonizando”

En realidad de tanta palabrería, lo que hice fue pensar y ubicarme en el pensamiento de esa chica, cuya identidad no conocía, después me vine a dar cuenta que su nombre era Lisbeth Salander, de personalidad muy agresiva, memoria fotográfica y un nivel de razonamiento muy especial. Contaba con muy pocas personas a su alrededor, las que conocía desde su niñez de por si la odiaban y los que lograron conocerla de verdad, le lograban tener un gran cariño.

Lo compré. Fue un libro que me envolvió en su historia, no sólo por la vida de Lisbeth, sino porque se desenlazaba en medios de comunicación, entre ellos Millennium (La revista, editorial en la cual trabajan todos los protagonistas).

No quiero dejar por fuera a Mickael, se preguntaran ustedes, “¿quién es Mickael?” Pues bueno fue el gran héroe de la novela, es él quien logra. . . . Jaja! No pienso contar el resto del libro, para eso a quien lea este pequeño escrito le digo:

-Yo hice maravillas con mi imaginación, su nombre es: La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina de Stieg Larsson-

Se las recomiendo . . .


Riverprié

jueves, 5 de noviembre de 2009

Billie Holiday

Entre las voces femeninas, la de Eleanora Fagan Gough (así se llamó realmente), fue una de las más destacadas, y fuertes del Jazz. Nació en 1915 y murió en 1959 en la ciudad de New York después de sufrir un paro cardiaco por el abuso de drogas. En 1933 firmó con Columbia Records, lanzando "Strange Fruit" que fue su primer éxito, seguido de su propia composición "God Bless The Child".

Influenciada a los diez años por Bessie Smith y Louis Armstrong sintió un breve susurro por el Blues, en 1930 salió de su casa para conseguir trabajo, entra a un pequeño club llamado "Pod's and Jerry's" ofreciéndose como bailarina, después de su audición la que termino siendo un desastre, inicia entonces cantando con el pianista. Cuando esta canta "Trav'lin All Alone" las conversaciones en el club terminan, y es aquí cuando empieza su carrera.

En 1933 el productor musical John Hammon va a oírla en el club Log Cabin y encantado con su voz, logra una conexión con Benny Goodman quien el 27 de noviembre le abre para toda la vida las puertas de su estudio de grabación.

Pública una autobiografía llamada Lady Sings The Blues, en ella Billie Holiday, habla de su azarosa vida: Alcohol, drogadicción, violación, cárcel, y por último la muerte. Sin embargo, la historia de su vida va cuesta abajo a partir de 1950. El álbum de 1958,"Lady in Satin", encontró a la artista de 43 años de edad haciendo grandes esfuerzos para cantar como en los mejores tiempos, y al año siguiente falleció.

Su muerte pareció una cruel burla del destino; moribunda e inconsciente en la cama del hospital, la policía intentó esposarla acusada de consumir heroína mientras agonizaba.

La Casa Del Juicio de Oscar Wilde

Y el silencio reinaba en la Casa del Juicio, y el Hombre compareció desnudo ante Dios.

Y Dios abrió el Libro de la Vida del Hombre.

Y Dios dijo al Hombre:

-Tu vida ha sido mala y te has mostrado cruel con los que necesitaban socorro, y con los que carecían de apoyo has sido cruel y duro de corazón. El pobre te llamó y tú no lo oíste y cerraste tus oídos al grito del hombre afligido. Te apoderaste, para tu beneficio personal, de la herencia del huérfano y lanzaste las zorras a la viña del campo de tu vecino. Cogiste el pan de los niños y se lo diste a comer a los perros, y a mis leprosos, que vivían en los pantanos y que me alababan, los perseguiste por los caminos; y sobre mi tierra, esta tierra con la que te formé, vertiste sangre inocente.

Y el Hombre respondió y dijo:

-Si, eso hice.

Y Dios abrió de nuevo el Libro de la Vida del Hombre.

Y Dios dijo al Hombre:

-Tu vida ha sido mala y has ocultado la belleza que mostré, y el bien que yo he escondido lo olvidaste. Las paredes de tus habitaciones estaban pintadas con imágenes, y te levantabas de tu lecho de abominación al son de las flautas. Erigiste siete altares a los pecados que yo padecí, y comiste lo que no se debe comer, y la púrpura de tus vestidos estaba bordada con los tres signos infamantes. Tus ídolos no eran de oro ni de plata perdurables, sino de carne perecedera. Bañaban sus cabelleras en perfumes y ponías granadas en sus manos. Ungías sus pies con azafrán y desplegabas tapices ante ellos. Pintabas con antimonio sus párpados y untabas con mirra sus cuerpos. Te prosternaste hasta la tierra ante ellos, y los tronos de tus ídolos se han elevado hasta el sol. Has mostrado al sol tu vergüenza, y a la luna tu demencia.

Y el Hombre contestó, y dijo:

-Sí, eso hice también.

Y por tercera vez abrió Dios el Libro de la Vida de Hombre.

Y Dios dijo al Hombre:

-Tu vida ha sido mala y has pagado el bien con el mal, y con la impostura la bondad. Has herido las manos que te alimentaron y has despreciado los senos que te amamantaron. El que vino a ti con agua se marchó sediento, y a los hombres fuera de la ley que te escondieron de noche en sus tiendas los traicionaste antes del alba. Tendiste una emboscada a tu enemigo que te había perdonado, y al amigo que caminaba en tu compañía lo vendiste por dinero, y a los que te trajeron amor les diste en pago lujuria.

Y el Hombre respondió:

-Si, eso hice también.

Y Dios cerró el Libro de la Vida del Hombre y dijo:

-En verdad, debía enviarte al infierno. Sí, al infierno debo enviarte.

Y el Hombre gritó:

-No puedes.

Y Dios dijo al Hombre:

-¿Por qué no puedo enviarte al infierno? ¿Por qué razón?

-Porque he vivido siempre en el infierno -respondió el Hombre.

Y el silencio reinó en la Casa del Juicio.

Y al cabo de un momento. Dios habló y dijo al Hombre.

-Ya que no puedo enviarte al infierno, te enviaré al Cielo. Sí, al cielo te enviaré.

Y el Hombre clamó:

-No puedes.

Y Dios dijo al Hombre:

-¿Por qué no puedo enviarte al Cielo? ¿Por qué razón?

-Porque jamás y en parte alguna he podido imaginarme el Cielo -replicó el Hombre.

Y el silencio reinó en la Casa del Juicio.